Esta es precisamente la pregunta de hoy. Pero muy probablemente no la de mañana. Hoy, todavía pasamos por el proceso de justificar el costo de conectar dispositivos a Internet. Evaluamos los beneficios, los costos, el punto de equilibrio y el retorno de la inversión. Como resultado un número creciente de dispositivos se conectan, pero muchos no lo hacen. Todavía es, en gran parte, un mundo de soluciones puntuales en el que la mayoría de los dispositivos conectados están asociados con los procesos empresariales.
Pero esta situación ahora está cambiando. En algunos sectores (como en servicios energéticos) nos acercamos rápidamente al punto en el que la conexión ya no es el tema principal. Los procesos empresariales también están cambiando, de una situación en la que sólo unos pocos activos remotos están conectados, a la conexión de la mayoría de activos, estén dondequiera que estén. ¿por qué es eso? Porque finalmente, después de muchos falsos inicios, la información en tiempo real es cada vez más importante para que las empresas se completen. Se mejora la gestión, hay un exhaustivo control y la toma de decisión es más fácil. La gestión de una flota es un ejemplo obvio entre otros muchos: las flotas enteras ahora tienen que ser conectadas con el fin de proporcionar el nivel de servicio en los horarios de entrega necesarios para completar eficazmente en su mercado.
La conexión no solo permite mejorar de forma eficaz la gestión de las empresas y tener pleno conocimiento de su servicio. Nos permite obtener una mayor satisfacción por parte de nuestros usuarios y clientes y eso a su vez, mejora de forma exponencial nuestra calidad de servicio, la imagen de producto, en definitiva de nuestra empresa.
Una vez que se acepta que la mayoría de los dispositivos en un segmento económico o tipología de servicio necesita estar conectado, el problema cambia a … ¿por qué no conectarlo? Se ha alcanzado un punto de inflexión y, en esta etapa, los procesos de negocio están diseñados alrededor de todo lo que está conectado y lo que no está conectado se convierte en la excepción.
Eso hace que sea mucho más fácil justificar cualquier conexión difícil y potencialmente costosa, por lo que la ecuación de negocios se voltea. Necesitamos conectarlo todo donde quiera que esté, casi independientemente del costo de los enlaces individuales.
Un efecto inevitable de llegar a esa etapa es que el número de conexiones crecerá drásticamente. Interesante, sí… pero no es realmente factible de predecir, ya que inevitablemente llegaremos a una situación muy diferente para diferentes sectores, diferentes segmentos e incluso diferentes áreas de aplicación
La mayoría de las áreas de gestión disponen de servicios susceptibles de ser conectados y cuentan con un alto nivel de conectividad, además, puede estar disponible en todas partes y el objetivo se centra en como rentabilizar los datos obtenidos.
Llegamos a un punto intrigante, emocionante y ofrece un verdadero reto para el pensamiento. Que nos ilustra que las oportunidades son casi infinitas y que (más que nunca) estamos limitados sólo por lo que podemos imaginar. ¿Cómo crear un nuevo valor para las empresas y los consumidores por igual? ¿Cómo innovar con los datos que introducen nuevas soluciones y servicios? Las áreas de dirección funcional tienen un importante papel que jugar.
Pero, este planteamiento encierra una preocupación, es el gran número de dispositivos conectados y la indescifrable, por tamaño, cantidad de datos que estarán “navegando” usando tecnologías altamente seguras, donde se evitara el proceso manual, porque este será impracticable. Pero, estoy impaciente, ya hoy existen tecnologías avanzadas y alternativas que garantizan la usabilidad de las conexiones y el acceso a los datos y cada día es mayor el número de directivos que ven en la CONECTIVIDAD de productos y servicios una nueva razón de ser para su entidad empresarial.
Paralelamente, el usuario sigue con los ojos bien abiertos, quizás es asombro, ignorancia, o desconocimiento, personalmente creo que es la ilusión de ver cómo se hace realidad todo aquello que quizás de forma inconsciente en algún momento había pensado que sucedería.